Warner pacta con Suno y abre una nueva era incierta para los artistas
Warner firma un acuerdo con Suno para licenciar su catálogo a la IA y reordena el tablero musical, mientras crecen las dudas sobre el futuro de los artistas
TECNOLOGÍA
Warner Music Group acaba de dar uno de los giros más sorprendentes, y polémicos, del año. Después de demandar a Suno por infracción masiva de derechos de autor, ahora decidió aliarse con esa misma empresa para que su catálogo musical sea utilizado en modelos avanzados de inteligencia artificial. Un movimiento que, a simple vista, parece estratégico pero que deja a los artistas en una posición más vulnerable que nunca.
Hace apenas 18 meses, Warner, Sony y Universal acusaban a Suno de entrenar sus modelos con millones de canciones sin permiso. Pero hoy, Warner anuncia un acuerdo para licenciar todo su catálogo, permitiendo que la IA genere música usando estilos, composiciones e incluso voces de artistas como Lady Gaga o Coldplay. Eso sí, cada artista tendrá la opción de aceptar o no el uso de su identidad en este nuevo ecosistema generativo.
Suno, que ya ronda los 100 millones de usuarios, lanzará en 2026 nuevos modelos autorizados, sustituyendo los que operan actualmente. Y como parte de la alianza, también adquirió Songkick, la plataforma de descubrimiento de conciertos de Warner. Además, las descargas musicales generadas por la herramienta ahora requerirán una cuenta de pago y estarán sujetas a límites, siguiendo la tendencia de otros servicios de IA.0
El trasfondo del cambio es claro: Suno acaba de levantar 250 millones de dólares y alcanzar una valoración de más de 2.400 millones. Es decir, la empresa que hace un año era una amenaza, hoy es una oportunidad demasiado rentable para dejar pasar.
Este acuerdo no es un caso aislado. La industria musical lleva meses dando pasos similares: Universal pactó con SoundLabs para herramientas de clonación vocal y las tres majors cerraron alianzas con KLAY para entrenar modelos musicales con contenido licenciado. En un mundo donde la IA avanza sin freno, la estrategia parece ser siempre la misma: resistir primero y abrazar después.
Pero no todo es celebración. Críticos como Irving Azoff advierten que, aunque los artistas supuestamente pueden vetar el uso de su identidad, al final “quedan con las migajas”. Otros, como el analista Frankie Pizá, van más allá y aseguran que estamos frente a un nuevo orden donde las discográficas dictan las reglas, absorbiendo, otra vez, una disrupción tecnológica en su propio beneficio.
Warner y Suno están marcando el camino de la música generativa. Un camino que promete innovación, sí, pero también un futuro dudoso para quienes realmente crean: los artistas.
