Sangre en altamar: el terror de Animales Peligrosos
La nueva cinta de Sean Byrne enfrenta a una surfista secuestrada con un asesino obsesionado con tiburones en aguas australianas
CINE
El 18 de setiembre llegó a los cines “Animales Peligrosos”, un survival horror del director Sean Byrne que arrastra a los espectadores a un mar sin salida. Con Jai Courtney en la piel de un asesino implacable, la historia convierte la inmensidad del océano en un campo de caza donde la vida y la muerte se balancean con cada ola.
La trama sigue a Zephyr, interpretada por Hassie Harrison, una surfista inteligente y de espíritu libre que es secuestrada y retenida en un barco. El villano, obsesionado con tiburones, prepara un ritual macabro mientras ella busca una forma de escapar antes de convertirse en alimento. La tensión se multiplica con la presencia de Joshua Houston y Ella Newton en el elenco.


Courtney ofrece una actuación inquietante, proyectando un asesino marcado por traumas y fijaciones enfermizas. Harrison encarna a una heroína que resiste con ingenio y valentía, atrapada en un entorno donde el mar y los barcos, en vez de alegría, transmiten claustrofobia y amenaza constante.
La cinta, aunque arriesga con un escenario marino poco explorado en el género, termina aferrándose a los clichés del survival horror. Los tiburones, que prometían ser protagonistas, ceden terreno a un baño de sangre que parece surgir más por inercia que por narrativa, debilitando el impacto de la metáfora sobre el verdadero depredador: el ser humano.
Animales Peligrosos logra mantener al público al filo del asiento, pero también deja la amarga sensación de que su historia pudo ir más lejos. En la vastedad del océano, entre barcos que parecen ataúdes flotantes, lo que emerge con mayor fuerza es el rostro brutal de la violencia humana, capaz de eclipsar incluso a los tiburones.

