Nomofobia infantil: la adicción digital que crece en silencio
El miedo de los niños a estar sin su celular revela una nueva crisis emocional en la era digital. Expertos alertan sobre sus riesgos y cómo enfrentarlos
EDUCACIÓN
En una época donde la tecnología acompaña cada segundo de nuestras vidas, algo más profundo se está gestando entre los más pequeños. La nomofobia infantil, el miedo irracional a estar sin el celular, ya no es una rareza: es una realidad creciente que está afectando la salud mental, la atención y las emociones de niños y niñas en todo el mundo.
Según la psicóloga clínica y especialista en neuropsicología Anayeli Pérez, los estímulos rápidos que generan las pantallas activan en el cerebro de los menores la producción de dopamina, creando una sensación de placer inmediato. El problema es que, al retirarse el celular, esa “felicidad digital” desaparece y provoca irritabilidad, ansiedad o incluso cambios de conducta. Y lo preocupante es que cada vez ocurre en edades más tempranas.


Entre las señales más claras están la irritación cuando no hay señal, la incapacidad de pasar tiempo sin pantallas, descontrol en los horarios de sueño o el aislamiento social. Incluso, muchos menores comienzan a medir su autoestima a través de lo que publican o consumen en línea, generando una dependencia emocional hacia el dispositivo.
Más allá de un simple mal hábito, la nomofobia puede tener consecuencias serias: déficit de atención, bajo rendimiento escolar, ansiedad constante e incluso la pérdida de habilidades sociales. La UNESCO advierte que el uso excesivo de pantallas afecta la concentración y el autocontrol, recordando que, durante la pandemia, el tiempo frente a dispositivos aumentó más de 50 minutos diarios en niños de entre 3 y 8 años.


Frente a esto, los especialistas recomiendan un “acompañamiento inteligente” por parte de los adultos: detectar señales tempranas, fomentar espacios sin pantallas, promover la interacción social y buscar apoyo psicológico cuando sea necesario. Pero sobre todo, dar el ejemplo: un estudio reciente reveló que el 78% de los latinoamericanos se considera dependiente de su smartphone, lo que deja claro que el cambio empieza por casa.
El llamado es urgente: necesitamos que los niños vuelvan a conectarse, pero no a internet, sino con el mundo real. La tecnología puede ser una herramienta maravillosa si se usa con equilibrio, pero sin límites, puede convertirse en una prisión invisible. Y como bien señala Pérez, “la crianza con propósito en la era digital requiere paciencia, atención y, sobre todo, presencia”.
