Científica tica crea bioestimulante con microalgas que regenera suelos
Maritza Guerrero desarrolla un bioestimulante natural que mejora el suelo y aumenta la producción agrícola hasta un 30% con microalgas vivas
TECNOLOGÍA
Microalgas ticas que nutren el suelo y enfrentan el cambio climático.
Una solución con sello costarricense podría marcar un antes y un después en la forma en que producimos alimentos. La bióloga Maritza Guerrero lidera un equipo que logró cultivar microalgas capaces de mejorar la calidad del suelo, reducir el uso de agroquímicos y aumentar el rendimiento de diversos cultivos hasta en un 30%. Su innovación, Phyco-Plus, es un bioestimulante natural que regenera suelos degradados y eleva la productividad agrícola sin depender de compuestos sintéticos.
Guerrero, máster en Biología por la Universidad de Costa Rica y con más de 18 años de investigación en el campo, diseñó este avance cuando aún formaba parte del TEC. Hoy, desde la empresa biotecnológica Algabiotica, coordina un equipo que cultiva las microalgas en estanques ubicados en Barva de Heredia y produce localmente el bioestimulante, disminuyendo los costos de producción en un 95% con respecto a otros países.
Un aporte costarricense a la agricultura sostenible.
Las microalgas utilizadas en Phyco-Plus, organismos unicelulares que hacen fotosíntesis, no solo oxigenan el suelo y capturan carbono, sino que también estimulan la producción natural de biomoléculas beneficiosas para los cultivos. Productores como Jacob Ramírez, en Cartago, ya reportan resultados: plantas con hojas más grandes, raíces fuertes y productos de mejor sabor y calidad. Además, la materia viva presente en el bioestimulante fomenta la biodiversidad del suelo, generando un impacto más allá del ciclo inmediato de cultivo.
Phyco-Plus se alinea con el enfoque de las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN), que buscan responder a retos sociales y ambientales restaurando los ecosistemas. En este caso, el bioestimulante no solo mejora la agricultura, sino que ayuda a enfrentar desafíos como la variabilidad climática, la escasez de agua y la necesidad urgente de reducir la huella de carbono en la producción alimentaria.
“Sabemos que necesitamos adaptarnos al cambio climático que afecta los cultivos. Hay también una presión sobre la reducción de químicos y la huella de carbono. Todo eso lo podemos cumplir con microalgas”, afirma Guerrero.
Costa Rica vuelve a destacar en la región con ciencia aplicada de alto impacto, reafirmando que la innovación local puede ofrecer soluciones reales y sostenibles a nivel global.